Este es un sueño recurrente, en medio del olvido que tortura mi realidad. Estoy en un lugar donde la mañana se presento con la ilusión efímera de la felicidad, con la sensación inexplicable de que el amor ya no representaba dolor, y fuì feliz.
No recuerdo ni el comienzo ni el final, no preciso detalles ni diálogos, supongo, porque ellos eran los menos importantes, solo encontré una imagen viva, llena de esplendor y dignidad, que por un momento me supo a realidad y fuì feliz.
La mire a los ojos sin temor, sin vergüenza, con la valentía de los guerreros que regresan de la guerra para jurar amor eterno a sus doncellas, olvidando las heridas mortales que llevan en sus cuerpos, heridas redimidas en la esperanza de una nueva vida sin la crueldad de la distancia y el silencio.
Me mire en el reflejo de aquel sueño y admire por un momento la dignidad y el valor que iluminaba mi carácter en el mundo fantástico de los sueños. Mientras ella, se parecía tanto a la mujer de la realidad, que ni por un momento dude de que fuera ella, tenia el mismo esplendor en su rostro y hasta el olor cautivante de su alma. La reconocí a pesar de los años, a pesar de la indiferencia del pasado, sin ningún vestigio de rencor ni resentimiento. Y supe por fin que continuaba enamorado, porque el hombre hermoso de aquel sueño tenia una amnesia feliz, que como única respuesta a esos ojos, se lanzo sobre ella, la abrazo, la beso y fue feliz.
sábado, 3 de mayo de 2008
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